“Cuando el asombro no entra en un solo blog.”
El asombro no es algo que se acabe.
Es más bien algo que se expande, se desliza por las rendijas de nuestra rutina, y cuando menos lo esperas, te atrapa.
Hay momentos que no se pueden decir con una sola palabra.
Necesitan más espacio, más tiempo, más vida.
Fragmento 1
Una tarde gris, sin razones para esperar nada, me encontré con un perro perdido.
No llevaba collar, pero sabía exactamente adónde ir.
Me siguió hasta mi casa, como si todo hubiera estado planeado desde siempre.
No me preguntó nada. Solo me miró y se acostó junto a mi puerta.
Fragmento 2
Había ido al río sin esperanza alguna, solo por salir.
Me senté en la orilla y cerré los ojos.
Cuando los abrí, un pájaro pasó tan cerca de mí que sentí su vuelo como un latido en el aire.
Un segundo de vuelo, y el mundo ya no era igual.
Fragmento 3
Un día, sin más, recibí un libro que no había pedido.
Era viejo, casi deshecho.
Y sin embargo, al abrirlo, sentí que me hablaba a mí, directamente.
En sus páginas amarillentas, vi mi vida reflejada, con todos sus momentos rotos y reconstruidos.
El asombro no tiene prisa.
A veces se posa suavemente.
Otras, irrumpe de golpe, llevándonos a lugares donde las palabras sobran.
Y aunque nos cueste entenderlo, es esa luz la que nos mantiene despiertos.
Próxima parada: Baúles del Tiempo

• Baúl 1: Reflexiones y ecos del pasado
Un espacio donde los pensamientos se deslizan suaves, entre memorias fugaces y palabras que buscan su propio eco en el tiempo.
Textos generados por ChatGPT en respuesta a interacciones personalizadas.
Cortesía de OpenAI.
https://openai.com/chatgpt